Durante la jornada de este miércoles, declaró una testigo citada por la Fiscalía y seis testigos citados por la defensa técnica de los acusados.
Con la recepción de nuevas declaraciones testimoniales se reanudó hoy la audiencia de debate por el femicidio de Jimena Beatriz Salas. Durante la jornada comparecieron siete testigos, uno propuesto por la fiscalía y seis por la defensa.
Por videoconferencia declaró en primer término una mujer que refirió haber trabajado con Javier Saavedra en Santa Victoria Este, entre 2018 y 2019, en el marco de un programa nacional ejecutado por una ONG. Su tarea consistía en llevar a cabo tareas de concientización y prevención en salud y educación en comunidades criollas y originarias de la zona.
Contó que en ese momento el equipo de trabajo estaba conformado por seis personas (cinco mujeres más Javier Saavedra) y que todos residían en una casa que le pertenecía a la ONG. Tenía tres habitaciones, una destinada a oficina y las otras dos provistas de cuchetas. Aparte de darles hospedaje, la fundación les pagaba una remuneración mensual.
Consultada por la fiscalía, la testigo hizo referencia a un incidente que motivó la expulsión de Javier Saavedra de la ONG. Aclaró que cuando ocurrió este suceso ella no estaba porque había viajado a Ledesma. Indicó que, a su regreso, una compañera le contó que Saavedra la había acosado y había pretendido acostarse con ella. Enterada de la situación, la coordinadora de la fundación decidió su expulsión. La testigo sostuvo que la damnificada optó en ese momento por no radicar denuncia para no perjudicar a la ONG. Dijo que Saavedra se retiró del inmueble pero se quedó viviendo en Santa Victoria Este, en el convento de unas monjas.
Después de este incidente –según relató la testigo- las personas que quedaron en el domicilio de la ONG atravesaron dos situaciones de inseguridad. Contó que en una ocasión, luego de ausentarse durante un fin de semana largo, regresaron y encontraron las ventanas abiertas y la casa llena de agua. No notaron que les hubieran robado nada.
Poco después pasaron por un hecho similar ero en esa ocasión si les sustrajeron varias cosas, entre ellas maletas y computadoras. Esto ocurrió en 2019.
A continuación declararon seis testigos propuestos por la defensa. Uno de ellos, sacerdote franciscano de la Parroquia San Ignacio de Loyola de Santa Victoria Este, contó que conoció a Javier Saavedra por su trabajo como voluntario en la zona. Relató que él había llegado al territorio en 2020, cuando fue nombrado párroco, y que Saavedra ya residía ahí (desde 2018). Sabía que había realizado tareas para una fundación y que, posteriormente había colaborado en el convento de monjas franciscanas radicado en el lugar. El testigo indicó a partir de 2020 Saavedra pasó a formar parte de la orden religiosa a su cargo, cuando él lo convocó. Desde ese momento comenzó a residir en la casa parroquial.
El sacerdote habló de las actividades que realizaba Saavedra para la comunidad, como colaborar en el merendero móvil, ser anfitrión de representantes de organismos provinciales o nacionales que llegaban a la zona, organizar eventos deportivos, acompañar a pacientes al hospital, repartir agua potable, entre otras.
El párroco describió a Javier Saavedra como una persona de confianza. Dijo que era sumamente amable, bondadoso, austero y muy atento a los problemas de los demás.
El testigo sostuvo que viajaba poco a la ciudad de Salta y que, mientras estuvo hospedado en la casa parroquial, había recibido la visita de su madre y de su novia.
También hizo alusión al momento de detención de Saavedra, episodio que presenció y que –manifestó- le generó preocupación, por lo que decidió seguir al móvil que trasladó al acusado desde Santa Victoria a Tartagal. También acompañó a Saavedra cuando llegó a Salta y lo visitó en dos ocasiones durante su prisión preventiva.
Otra de las testigos dijo haber sido compañera de Javier Saavedra en la facultad y en un proyecto de trabajo comunitario desarrollado en el barrio Floresta. Compartió su concepto de él: buen compañero, excelente alumno, muy participativo.
En la misma línea declaró una excompañera de Javier Saavedra en el Plan Habitat que instrumentó la Municipalidad de Salta en Floresta, en 2017. Contó que trabajaban de lunes a viernes, por la mañana. No existía registro de su asistencia pero a veces iba personal de la Municipalidad a controlar. Señaló que compartieron con Saavedra estas actividades hasta 2018 y que luego solo siguieron en contacto a través de un grupo de whatsapp.
También compartió un concepto positivo de su excompañero. Dijo que no podía decir nada negativo de él, que era muy humano y tranquilo.
Durante la jornada comparecieron también el responsable de una fundación que entre 2017 y 2018 ejecutó tareas sociales en barrio Floresta, a través de un convenio con la comuna; un jardinero que el 27 de enero de 2017 estuvo realizando tareas en Vaqueros; y un conocido de Jimena Salas, compañero del taller literario al que concurría la víctima. El tribunal pasó a un cuarto intermedio hasta mañana a las 8.30. Se espera la comparecencia de más testigos citados por la defensa.
Los imputados en la causa son los hermanos Adrián Guillermo Saavedra (38) y Carlos Damián Saavedra (40). Están siendo juzgados por homicidio calificado por alevosía, ensañamiento, criminis causa por el concurso premeditado de dos o más personas, femicidio.
El tribunal está integrado por los jueces José Luis Riera (presidente), Mónica Faber y Maximiliano Troyano (vocales). Por el Ministerio Público interviene una unidad fiscal conformada por Mónica Poma, Gabriel González y Leandro Flores. La defensa de los dos imputados está a cargo de Marcelo Arancibia y la querella estará representada por Pedro Arancibia.
Gentileza: Fm. Profesional